miércoles, 27 de abril de 2011

Semana de las Santas Lluvias en España montando muebles y viendo clasicazos

Acabo de levantarme de una larga siesta de dos semanas para convenceros de que no existe la vida después de este blog, hay que seguir teniéndole fe a ‘Erasmuseando por Bremen’. Tras un largo e inmerecido descanso, ahora vuelvo con más fuerzas e ilusionado por los 2 últimos meses que me esperan en Alemania. En esta entrada os traigo un remix de historietas, donde os narraré cosas como mi última visita familiar o cómo llegué a montar un sofá del IKEA…

Antes de nada, os regalo la foto de un loco tomando el sol en su ventana en el barrio de Saint Pauli, grande.

La visita de mis padres y mi hermana a mi humilde morada bremeniana trajo más curiosidades de las previstas. Me he dado cuenta de que un hombre de 51 años puede comunicarse en un país de lengua totalmente distinta sin abandonar ese maravilloso idioma que es el castellano. Ese era mi fin de semana, el finde de mi consagración, mi última oportunidad para demostrar a mis padres que en Bremen no estoy únicamente de fiesta, sino que estoy estudiando alemán. ¿La vía? La comunicación oral con todos los empleados de hostelería bremenianos que nos cruzáramos. Pero no hubo manera. Mi padre se empeñó en españolizar Bremen y alrededores. Curioso, pero efectivo, logró entenderse con todos y cada uno de los camareros que nos sirvieron. Aunque alguno de ellos nos regaló más de alguna ‘poker face’, como el gerente del ‘Allegretto’ (mi cafetería favorita, por cierto), al que se dirigió mi padre con un “no, tranquilo campeón, que yo solo estoy mirando las bebidas que tenéis, ahora ya… ¿tenéis Grappa? Un chupito de Grappa, y si no, pues nada, un café…”

Pero esto no acaba aquí, me he dado cuenta de que tengo una madre capaz de regatear el precio de unos zapatos hasta en Alemania. Y no hablamos de un mercadillo (que aún…), sino de una zapatería de la calle principal de Bremen. Con dos ovarios, de una manchita que tenía el zapato izquierdo, sacó una rebaja de 10 euros y una crema para el calzado. Yo no daba crédito… Aunque menos crédito di al ver a mi hermana convertida en superheroína cuando acabó con Venom (ya sabéis, ese malo malísimo de la saga de Spiderman…). Sí, amigos, Venom se presentó en mi casa a eso de las 3 de la mañana del viernes 8, aprovechando que nos encontrábamos en la fiesta de un coleguita alemán. Podéis ver la foto y llorar de miedo, porque se trataba de una minitarántula, no exagero… Pues tras media hora de deliberaciones para zanjar la mejor manera de acabar con su vida y de probaturas con el cepillo para ver si podíamos acabar con la araña de un solo escobazo, allá que fue. “Jaime, ya, que son las 3.30 de la mañana” y ZAS, escobazo. Tras esta muestra de hombría por mi parte que sin vergüenza alguna comparto con todos vosotros… sí que me atreví a coger el cepillo, y fui arrastrando a la araña hasta el suelo, donde fue pisoteada hasta la muerte. ¿Dónde acabó la araña? A) En el vater, B) en la basura, C) la horneé y me la comí, D) en el patio del vecino. Los que habéis necesitado comodín del 50% o de la llamada no me conocéis nada. Pues en el patio del vecino, por supuesto…

Dos días después de ver a mi familia foguearse por Alemania, me tocaba a mí regresar a la patria. A mi llegada a Madrid me esperaba una prueba de fuego para acceder al Barder Bremen C.F. el año que viene. Di la talla. En un partido muy disputado entre equipos de jubilados, conseguí marcar uno de los goles que maquillaron el resultado. Pero ese no fue el verdadero trofeo. El verdadero premio vino después, cuando me hice el loco sobremanera y logré escaquearme de pagar cervezacas a los ganadores del encuentro

Por cierto, he encontrado mi verdadero camino en la vida. ¿Periodista? ¡Anda ya! Montador de muebles del IKEA. Los primeros días por Madrid me dediqué a ayudar a mi colega Javi a amueblar su piso nuevo. Jamás lo habría imaginado, ni loco ni harto de vino… ¡que iba a montar un sofá! ¿Yo? ¿Un sofá? Sí señores, y bien bonito que quedó. (Probablemente no durará más de una semana teniendo en cuenta el nivel elevado de manazas con el que Dios me ha premiado).

Más cositas, esta Semana Santa me ha dado tiempo a pasar unos magníficos días con mi romana, con la que tuve que ir a ver ‘Caperucita Roja’, grandísima y entretenida producción que nos ofrece la cartelera española estos días… (ni caso, chavales, corred, corred donde sea, ¡huid de vuestras novias si os proponen ir a verla, y no miréis atrás!). Cari, te quiero.

En la ‘Semana de las lluvias’ por excelencia en España, también me ha dado tiempo a bajar a mi querida Málaga para visitar a la colonia veleña que, por cierto, se ha hecho con un local muy cuco donde se ha formado una peñita adicta a los juegos de azar y al alcohol envueltos en una maravillosa atmósfera creada por la música de Dj Felix y su ‘disco que suena todos los putos días’ que, todo sea dicho, me he grabado. Allí pude disfrutar, camiseta del Pipa y bufanda de ‘Podemous’ en mano, de la increíble final que nos regalaron Madrid y Barça. Aunque me asombró la filosofía con la que se tomaron la derrota los culés… Yo desde este humilde rincón de internet, quiero darle las gracias a Mou y a la plantilla madridista por regalarme ese estupendo orgasmo que duró 120 minutos, con su pertinente gatillazo cuando vi a Sergio Ramos experimentar con la gravedad y el título de Copa a la vez

Por cierto, el último apunte del día tiene que ver con mi vuelo de vuelta a Bremen. He hecho escala en París. Hasta ahí todo en orden, hasta que a las 13.00 tenía que ir a la puerta G24, donde nos esperaba un avión… ¿un avión? ¡Una avioneta! ¿Pero esto qué es? Era tan pequeña que solo había una azafata a bordo. ¡Es más! Me atrevería a decir que la azafata y el piloto eran la misma persona, y de vez en cuando se cambiaba de ropa rápidamente y salía al pasillo a ofrecer unas galletitas y un zumito…

Y hasta aquí llegamos hoy. Ya has agotado tu cupo de pérdida de tiempo en internet. ¡Ponte a trabajar, gañán! La semana que viene volveré con más curiosidades y con las reacciones de la semifinal europea que nos regala otro par de Clásicos. También adjuntaré una lista informativa de los fallecidos por infarto esta semana, así como los que la palmen por sobredosis de alcohol y derivados…

¡Un bratso!
  

domingo, 3 de abril de 2011

El obrero meón y los pitufos, preámbulo al verano bremeniano

¡Ey! ¡Aquí sigo! ¡Aún no me he tirado del barco! Pese a estar durmiendo últimamente menos que los vecinos de Pocholo, aún voy a dar guerra en este humilde rincón internauta. ¿Y por qué estoy durmiendo poco? No, no es por la fiesta, desgraciadamente. Es por otro tipo de fiesta, en la que yo no participo: obras en mi casa. Desde hace 2 semanas tenemos unos cuantos obreros que se han dedicado a derribar el último piso de la casa para volver a levantarlo renovado. ¿Y cómo va el tema de las obras aquí en Bremen? Ahora mismo os lo explico... pero antes quiero rendir tributo a Shaomin por presentarme a la pareja más rara de España. Si pincháis aquí, veréis al hombre. Y si pincháis aquí, a la mujer. Ahora ya puedo continuar...

Mi cerebro tiene una hora programada de lunes a viernes: las malditas 7.30. Cada maravillosa mañana, a las malditas 7.30, suena el timbre de casa. Gracias a Dios no abro yo, porque lo haría con un cuchillo entre los dientes. Acto seguido, hay un obrero cuya vejiga funciona como un reloj. A las malditas 7.30 de cada mañana, necesita meterse a mi baño a cambiarle el agua al canario y poder empezar a hacer ruido como Dios manda. Es como levantarse cada día y vivir el mismo puñetero día siempre: timbre, viejo, cadena del váter, ruido. Con deciros que me he comprado tapones para los oídos os lo digo todo...

Pero bueno, la venganza se sirve en plato frío, como el pasado martes, que me levanté a las 7.29 al baño (tenía clase a las 8.30), y me dispuse a mantener una larga y tediosa conversación con el señor Roca, conversación que se vio interrumpida cuando le sonó el reloj biológico al 'obrero meón'. A pesar de ver que la única maldita luz que había encendida en la casa era la del baño y que la puerta estaba cerrada... intentó abrirla. Gracias señor pestillo por salvarme de una situación embarazosa. Pero ni corto ni perezoso, me pregunto que... ¿cuánto iba a tardar? Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: "¡pues estoy en mi puto baño, estoy plantando un pino y quiero que me deje tranquilo y se vaya a destrozar el piso de arriba!", pero al darme cuenta de que no me iba a entender, simplemente le dije con una voz amable: "¡eh! Ich gehe duschen jetzt" (Voy a la ducha ahora). Y se hizo el silencio hasta que escuché que 'el obrero meón' se rindió y comenzó a recular hasta salir de la casa. ¡Bien por mi!

Por otro lado, situaciones curiosas de estos días... aparte del grandísimo resfriado que me he cogido y que incomprensiblemente aún arrastro. El jueves pasado fui a comprar unas cervezas al Penny para por la noche. El camino al Penny por la noche es verdaderamente oscuro, hasta el punto de casi atropellar a alguien con la bici por ir sin luces... Pues se me cruzaron dos negros... no, espera, que no son negros, son... pero qué coño... ¿azules? Sí, amigos, dos tipos totalmente pintados de azul, que cargaban sus birras para su orgía de pitufos. Pero esto no es lo peor, de camino a otra casa, escucho voces... son estos dos individuos subidos a una bici camino del centro y pegando voces. En ese momento pensé que el Colacao de media tarde seguramente llevaba más sustancia de la normal... Pero no acabaría ahí. A las 6 de la mañana, de vuelta a casa, doblando la esquina de mi calle, alguien abre una ventana y me pega un grito. Sí, era uno de los hombres azules. En ese momento me reí, no sé si de la gracia o de los nervios. Dos malditos pitufos habían marcado mi noche. Completamente verídico. Por lo visto, esa misma noche se les vio dándolo todo de fiesta en el Stubu.

Más cositas. El otro día me perdí con la bici por el sur de Bremen, y pude ver abuelas caminar con palos de ski, policías deteniendo a un hombre a la orilla del mini-río Weser y un concesionario de coches americanos al lado de una casita custodiada por una cabra con malas pulgas que me retó con una mirada penetrante.

Y, cómo no, más reflexiones de un gordaco... Si hace unas semanas os confesé mi secreto de los Phoskitos alemanes, hoy tengo que contaros otro... He encontrado unas bolitas de queso realmente sabrosas en el Rewe. Y no puedo parar de comerlas. Creo que es la dieta perfecta de un Erasmus: Phoskitos, bolitas de queso y pasta. Puedo firmar ahora mismo que se puede vivir un año a base de este menú. Aunque también me hago mis ensaladitas, ¿eh? No os creáis que me estoy abandonando cual Ronaldo de la vida. Y puedo demostrarlo con una foto de un menú totalmente sano que me hice el otro día... después de comerme una bolsa de bolitas y un bollo de chocolate... muahahahahaaa...

Por cierto, ayer mismo hicieron algo así como... 21 gradacos en Bremen. ¡El verano ha llegado! En manga corta por la calle y tan a gusto. ¿Y hoy qué pasa? Que lleva lloviendo todo el día y no sale a la calle ni Peter. Así que aproveché y me di una vuelta por tan inmenso parque con Javi e Ingrid. Pero no fue solo idea nuestra... porque todo Bremen se emocionó ayer tanto que colmó sus calles y parques, y se podían ver barbacoas en el lago e incluso algún colgado bañándose...

Así que hasta aquí las historietas con las que os deleito esta semana. El próximo fin de semana viene mi maravillosa familia a visitarme, y poco después vuelo a España, a la madre patria a comer jamón y espetos malagueños si se tercian durante un par de semanas. Y a ver los derbis Real Madrid-Barcelona con 3 paquetes de pañuelos en un bolsillo y 4 kilos de petardos en el otro, por si acaso...

¡Un bratso!