domingo, 3 de abril de 2011

El obrero meón y los pitufos, preámbulo al verano bremeniano

¡Ey! ¡Aquí sigo! ¡Aún no me he tirado del barco! Pese a estar durmiendo últimamente menos que los vecinos de Pocholo, aún voy a dar guerra en este humilde rincón internauta. ¿Y por qué estoy durmiendo poco? No, no es por la fiesta, desgraciadamente. Es por otro tipo de fiesta, en la que yo no participo: obras en mi casa. Desde hace 2 semanas tenemos unos cuantos obreros que se han dedicado a derribar el último piso de la casa para volver a levantarlo renovado. ¿Y cómo va el tema de las obras aquí en Bremen? Ahora mismo os lo explico... pero antes quiero rendir tributo a Shaomin por presentarme a la pareja más rara de España. Si pincháis aquí, veréis al hombre. Y si pincháis aquí, a la mujer. Ahora ya puedo continuar...

Mi cerebro tiene una hora programada de lunes a viernes: las malditas 7.30. Cada maravillosa mañana, a las malditas 7.30, suena el timbre de casa. Gracias a Dios no abro yo, porque lo haría con un cuchillo entre los dientes. Acto seguido, hay un obrero cuya vejiga funciona como un reloj. A las malditas 7.30 de cada mañana, necesita meterse a mi baño a cambiarle el agua al canario y poder empezar a hacer ruido como Dios manda. Es como levantarse cada día y vivir el mismo puñetero día siempre: timbre, viejo, cadena del váter, ruido. Con deciros que me he comprado tapones para los oídos os lo digo todo...

Pero bueno, la venganza se sirve en plato frío, como el pasado martes, que me levanté a las 7.29 al baño (tenía clase a las 8.30), y me dispuse a mantener una larga y tediosa conversación con el señor Roca, conversación que se vio interrumpida cuando le sonó el reloj biológico al 'obrero meón'. A pesar de ver que la única maldita luz que había encendida en la casa era la del baño y que la puerta estaba cerrada... intentó abrirla. Gracias señor pestillo por salvarme de una situación embarazosa. Pero ni corto ni perezoso, me pregunto que... ¿cuánto iba a tardar? Lo primero que se me pasó por la cabeza fue: "¡pues estoy en mi puto baño, estoy plantando un pino y quiero que me deje tranquilo y se vaya a destrozar el piso de arriba!", pero al darme cuenta de que no me iba a entender, simplemente le dije con una voz amable: "¡eh! Ich gehe duschen jetzt" (Voy a la ducha ahora). Y se hizo el silencio hasta que escuché que 'el obrero meón' se rindió y comenzó a recular hasta salir de la casa. ¡Bien por mi!

Por otro lado, situaciones curiosas de estos días... aparte del grandísimo resfriado que me he cogido y que incomprensiblemente aún arrastro. El jueves pasado fui a comprar unas cervezas al Penny para por la noche. El camino al Penny por la noche es verdaderamente oscuro, hasta el punto de casi atropellar a alguien con la bici por ir sin luces... Pues se me cruzaron dos negros... no, espera, que no son negros, son... pero qué coño... ¿azules? Sí, amigos, dos tipos totalmente pintados de azul, que cargaban sus birras para su orgía de pitufos. Pero esto no es lo peor, de camino a otra casa, escucho voces... son estos dos individuos subidos a una bici camino del centro y pegando voces. En ese momento pensé que el Colacao de media tarde seguramente llevaba más sustancia de la normal... Pero no acabaría ahí. A las 6 de la mañana, de vuelta a casa, doblando la esquina de mi calle, alguien abre una ventana y me pega un grito. Sí, era uno de los hombres azules. En ese momento me reí, no sé si de la gracia o de los nervios. Dos malditos pitufos habían marcado mi noche. Completamente verídico. Por lo visto, esa misma noche se les vio dándolo todo de fiesta en el Stubu.

Más cositas. El otro día me perdí con la bici por el sur de Bremen, y pude ver abuelas caminar con palos de ski, policías deteniendo a un hombre a la orilla del mini-río Weser y un concesionario de coches americanos al lado de una casita custodiada por una cabra con malas pulgas que me retó con una mirada penetrante.

Y, cómo no, más reflexiones de un gordaco... Si hace unas semanas os confesé mi secreto de los Phoskitos alemanes, hoy tengo que contaros otro... He encontrado unas bolitas de queso realmente sabrosas en el Rewe. Y no puedo parar de comerlas. Creo que es la dieta perfecta de un Erasmus: Phoskitos, bolitas de queso y pasta. Puedo firmar ahora mismo que se puede vivir un año a base de este menú. Aunque también me hago mis ensaladitas, ¿eh? No os creáis que me estoy abandonando cual Ronaldo de la vida. Y puedo demostrarlo con una foto de un menú totalmente sano que me hice el otro día... después de comerme una bolsa de bolitas y un bollo de chocolate... muahahahahaaa...

Por cierto, ayer mismo hicieron algo así como... 21 gradacos en Bremen. ¡El verano ha llegado! En manga corta por la calle y tan a gusto. ¿Y hoy qué pasa? Que lleva lloviendo todo el día y no sale a la calle ni Peter. Así que aproveché y me di una vuelta por tan inmenso parque con Javi e Ingrid. Pero no fue solo idea nuestra... porque todo Bremen se emocionó ayer tanto que colmó sus calles y parques, y se podían ver barbacoas en el lago e incluso algún colgado bañándose...

Así que hasta aquí las historietas con las que os deleito esta semana. El próximo fin de semana viene mi maravillosa familia a visitarme, y poco después vuelo a España, a la madre patria a comer jamón y espetos malagueños si se tercian durante un par de semanas. Y a ver los derbis Real Madrid-Barcelona con 3 paquetes de pañuelos en un bolsillo y 4 kilos de petardos en el otro, por si acaso...

¡Un bratso!
   

2 comentarios:

  1. todo eso q comes cómpralo para este finde q yo también quiero!!!!! :)

    pd. al final me han encantado los videoooos...xD

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  2. espero que saques fuerzas para patear bremen con nosotros...ya queda poco... te he comprado jamon, jejejej. besitos. mma

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