lunes, 21 de febrero de 2011

Hamburgo y Minka me odian...

Hola amigos. Acabo de volver de Berlín para contaros qué tal me ha ido en las últimas semanas. Aunque he dejado un poco abandonado el blog, nunca me olvido de volver con una buena ración de anécdotas y estupideces varias. Y las de esta entrada pasan por la visita que recibí días atrás en Bremen, mi viaje a Berlín, mi corte de pelo y la última trastada de Minka, que ya tardaba...

Comencemos con una foto. Bueno, una foto no. La foto. Para mí, es la instantánea más alucinante de mi Facebook en los últimos meses. Y no la habría conseguido sin el esfuerzo de mis compañeros. Estando de cañas en un bar bremeniano se nos ocurrió sacar la cámara. Y gracias a Dios, contamos con la inestimable ayuda de mi fiel seguidor Felipe y su jersey. No es un jersey cualquiera, sino un jersey con braga incluida. Perfecto para Alemania y para cualquier fiesta donde se lleve alguna cerveza de más para convertirte en el rey del sarao. Creo que a partir de ahora, los chinos y pakistaníes que vagan de noche por las discotecas españolas no llevarán rosas ni gafas con lucecitas... ¡sino jerseys con braga! Bueno y rosas seguro que también... Aquí os dejo con la foto para que la disfrutéis.

Además de conseguir la foto del viaje, ¡disfrutamos de un gran día en Hamburgo! Que no... Que es broma... Fue un día de mierda más grande que un sombrero de Doraemon. ¿Por qué? Por todo... La noche de antes salimos de fiesta, llegamos a casa reventados y teníamos que despertarnos en menos de 2 horas para coger el tren. A Alberto no había manera de despertarlo ni con una vuvuzela en la oreja. Así que finalmente tuvimos que coger el tranvía corriendo, y logramos llegar al tren de las 9 hacia Hamburgo sin problemas, más que las ojeras que nos llegaban a todos por las rodillas...

El viaje de ida a Hamburgo se hizo largo. Pero nos dio tiempo a idear el guión de una película: "Último billete". Quizás algún día destape algunos detalles del filme... Total, que llegamos a Hamburgo a las 10 de la mañana, revisamos los tickets, y nos damos cuenta de que podíamos haber salido a cualquier hora entre las 9 y las 15 horas... Linchamiento público hacia mi persona durante aproximadamente 2 minutos, y seguimos adelante con el plan establecido. Salimos a la calle, lloviendo a mares y un viento como si no hubiera mañana. Hamburgo, ¿pero yo qué te he hecho? Lo único que pudimos hacer fue pagar 13 euros por un tour en un autobús... El tour de la muerte...

Nos subimos al vehículo y nos dan unos cascos que probablemente empezaran a usarlos en 1985. Subimos a la parte de arriba y nos sentamos separados en los espacios libres. A partir de ahí, nada. Parecía una broma de cámara oculta. Cristales totalmente empañados e ideados para no poderlos desempañar. Viento huracanado que movía con violencia el toldo que nos cubría de la lluvia incesante, y llegaba a producir más ruido que el propio audio que nos dejaron. Y hablando del audio, menudo audio... Frases verídicas de aquella grabación: "En este parque, los perros corren de un lado para el otro...", "aquí, a veces, los niños juegan fútbol...", "a su derecha pueden ver un edificio representativo de la ciudad" (mentira, no había ni un jodido edificio representativo allí), "en aquel almacén, guardan frutos secos, verduras... y alfombras", "si miran a su izquierda verán una casa donde vivió el mismísimo... Y si miran a su izquierda hay un parque..." (¡cortaban las grabaciones de vez en cuando y cortaban las frases!). Resultado final, odio generalizado a la ciudad de Hamburgo. Adjunto foto representativa de nuestro estado anímico en aquel bus del infierno.

Por otro lado, mi viaje a Berlín con Sandra ha sido superproductivo. En  casi 3 días, nos dio tiempo a hacer un tour por la ciudad, ir a ver el campo de concentración y visitar la ciudad de Potsdam. Ante todo, recomiendo alguna vez en la vida visitar un campo de concentración, con guía. Es una visita obligada y realmente impactante. Ahora, os hablaré del hotel y nuestro tour por Potsdam. El hotel en el que nos hospedamos es el EasyHotel (como Easyjet). Ya os podéis imaginar, compañía de bajo coste, espacio limitado y tarifas hasta por respirar. La verdad es que el arquitecto de aquel hotel tiene más mérito que los que diseñan casas de 30 metros cuadrados en IKEA. No he visto un sitio más aprovechado que aquel, la propia puerta del baño, si la abrías, servía a su vez como puerta de la ducha...

Y en Potsdam nos pasó algo parecido a lo de Hamburgo... pero al revés. Nos costó llegar porque nos liamos un poco con los trenes y los metros. Pero una vez allí, nos tomaron por primos y nos encasquetaron 2 billetes en tour-bus por 10 euros cada uno (realmente costaban 18, nos hicieron descuentazo). Tras un inicio titubeante, nos dimos cuenta de que el dinero estuvo bien invertido, porque la ciudad era mayor de lo esperado e hicieron paradas en los principales castillos de la ciudad. Vamos, un día genial, hasta que llegamos de Berlín a Hamburgo, donde debíamos hacer transbordo para llegar a Bremen... Cómo no, Hamburgo me tenía otra guardada. Con más frío que un tonto y unas ganas insuperables de visitar el trono, tuve que esperar en Hamburgo más de una hora de retraso en el tren, hasta que finalmente nos llevó a Bremen, donde nos esperaba un viento gélido que hizo que nos peleáramos por un taxi. Literal. Descubrí que la gente los sábados por la noche en Bremen se empuja por coger un taxi, no existen las colas de espera...

También he de hablaros sobre mi visita a la peluquería y la trastada de Minka. Hoy, tras dejar a Sandra en el aeropuerto, he decidido esquilarme por fin. Según llego a la peluquería, aviso de que no soy alemán y que es difícil para mí explicarle exactamente cómo lo quiero. Malas caras. Aún así, la abuela adorable que me lo ha cortado se ha portado bien conmigo, que no con mi pelo. Me ha ofrecido incluso agua o un café. Luego, cuando ha empezado a cortar, parecía que estuviera cabreada y me he llevado algún que otro tirón. Al llegar a casa, es cuando me he dado cuenta de que no me gusta un pescado cómo me ha dejado la cabeza, y que no me gustará ni en dos semanas. Me da la sensación de que me han dejado como un fraile... ¡pero al revés! Inexplicable. Por cierto, sí, me estoy dejando barba, hasta que pueda. Tranquila mamá, aunque me veas con estas pintas, sigo viviendo bajo un techo. No me he gastado el dinero del alquiler en drogas y alcohol... aún.

Y por último, la última de Minka. Estando yo en el baño, he oído que se rompía un cristal. Mosqueo. Según salgo, veo una maceta rota y toda la entrada llena de abono, y el gato manchando todo el suelo con sus patas llenas de barro. Tras cagarme en todos sus antepasados, me he puesto a recoger el desastre. ¿Qué ha hecho Minka? Pues ha comprado una entrada en la primera fila y ha visto de principio a fin cómo recogía el estropicio que había montado ella... Maldita gata adorable...

Y hasta aquí la entrada de hoy. Es realmente larga, aunque con el ritmo de idioteces que me pasan a diario, creo que no tardaré en volver por aquí. Aunque el sábado sabadete... ¡cojo un vuelo a Venecia!

¡Un bratso y ciao bambinos y ragazzas!
  

martes, 8 de febrero de 2011

Cuando Dimitri, Rafa Mendes y Hugh Hefner se juntan en el Stubu un lunes...

Hola amigos, sé que soy un mentiroso compulsivo y he vuelto a tardar más de una semana en aparecer por este rinconcito de internet, pero he andado muy liado estos días porque he recibido una visita de 5 amiguetes de toda la vida del colegio. Pero... ¡paso de narrar el viaje y nuestra estupenda visita a Hamburgo hasta que me pasen las fotos! Esta historia quedará guardada en mi cada vez menos privilegiado cerebro hasta la próxima entrada como mínimo... Aunque os adelanto la mejor foto que pudimos hacer en Hamburgo aquel día, una postal... ¿representativa de la ciudad? (Por si no lo veis bien, se trata de la tatarabuela de Schrek con una bolsa de huevos... WTF?)

Así que hoy voy a empezar por algo que me acaba de llamar la atención. Si ahora me meto en elpaís.com o en elmundo.es supongo que encontraré una noticia de última hora en la que nos cuenten que se han alineado los planetas, a las ranas les ha empezado a crecer pelo, Chuck Norris es homosexual y a Falete le han puesto un balón gástrico... ¿Por qué? ¡Pues porque en estos mismos momentos, las 5 principales páginas de entretenimiento de España se encuentran en mantenimiento! Cuanta Razón, Cuanto Cabrón, ADV, Vaya Gif y Visto en Facebook se encuentran suspendidas momentáneamente... Adjunto foto de los hechos.

Bueno, salvando esta parida inicial, voy a narraros un poco la noche de ayer. Un lunes, ¿qué puede haber abierto un lunes en Bremen? El Stubu. Ese antro lleno de gente extraña donde nada más llegar puedes escuchar alguna canción alemana que jamás has escuchado, combinada con alguna canción de las Spice Girls, Backstreetboys, y un largo etcétera de melodías sobradamente caducadas. Aún sigo pensando que el DJ que tienen en cabina murió en 1998 y nadie se ha enterado porque siempre ponen el mismo CD de canciones, una detrás de otra, jamás falla...

Pero el hecho de que probablemente haya un DJ muerto en cabina no es el más desconcertante de la noche. Hace tiempo os hablé de una fiesta llena de Dimitris en potencia. Pues parece ser que al menos uno de ellos sobrevivió a aquella terrorífica fiesta y ayer paseó su cuerpo casi sin vida por la pista del Stubu, con su abrigo negro de 3/4 puesto, pelo engominado hacia detrás, una botella pegada con superglue a su mano derecha y un cigarrillo a la izquierda. Era muy triste pensar que un zombie podía bailar mucho mejor que aquel personaje. Pero había más personajes extraños en el garito. Un chico turco de 1,90 por lo menos, dedicó toda su noche a mostrarnos a toda la discoteca su satisfactorio paso por la academia de Fama, o eso parecía por los bailes que se marcaba el Rafa Mendes en cuestión. Y amén de algún choni que otro, de vez en cuando se podía ver deambular a un anciano de unos 60 años. Era el Hugh Hefner de Bremen, con su jersey, su camisita y su Varon Dandy para perrear con las jovenzuelas. Adjunto foto con el cierrabares más famoso del lugar.

Por último, os contaré uno de esos asuntos que archivaba en las últimas entradas del blog: mi tarde con Sandra en el Cerro de lo Ángeles...

Todo empezó una tarde de miércoles nublada. No teníamos ningún plan, y se me ocurrió que fuéramos a visitar el centro neurálgico de España. Eran las 5 de la tarde y llegábamos con el coche al Cerro. Tras pasar por el parking de abajo, vimos que había pocos coches y muy repartidos, y alguno dando vueltas, amén de algún que otro personaje 'meando' cerca de 'su' coche. Algo me hacía pensar que aquello no era del todo normal. Me esperaba el parque lleno de niños jugando al fútbol y las familias en los merenderos, pero no, aquello estaba casi vacío.

Llegamos con el coche hasta el parking de arriba. Pero al estar vallado pensé que nos podrían cerrar en un rato y dejarnos el coche dentro (sí, soy imbécil profundo). Así que regresamos al parking de abajo. Aparco el coche, y según salimos y tomamos el camino hacia la zona sagrada del Cerro de los Ángeles, nos fijamos en que hay un coche que no para de dar vueltas al parking, y que un chico se acerca a mirar en la ventanilla de otro coche y empieza a tocar la zambomba. Un momento aterrador y absolutamente lamentable... Mi cara lo dice todo.

Aunque lo peor estaba por venir. Tras una hora y media dando vueltas por el Cerro, decidimos bajar al coche e irnos. El parking estaba lleno de coches y muchos de ellos se dedicaban a dar vueltas alrededor lentamente, buscando una presa. Según entré en mi coche, Sandra se quedó fuera quitándose el abrigo. Pues pasaron 3 coches que se quedaron mirándome fijamente. Pasé miedo. Saqué el coche de allí quemando ruedas. Al parecer, esta moda se hace llamar cruising, y resulta bastante incómodo cuando te pilla en medio y sin enterarte...

Y hasta aquí la entrada de hoy, amigos. En próximos capítulos os contaré cómo fue la gran visita que he tenido esta semana, amén de mis futuras peripecias por Bremen. Me despido dejándoos un monólogo que me ha alegrado bastante la mañana de hoy, grande Goyo Jiménez.

¡Un bratso!