- Carlos alias 'El líder': siempre al tanto de todo, sentenciando en cada frase, carismático y organizado, se ganó el apoyo de las masas (los otros cuatro) para convertirse en el Moisés de la expedición.
- Tara alias 'El número 2': durante los 4 días pudo hacerle sombra al líder, un líder que con el paso del tiempo fue perdiendo facultades y humanizándose hasta tener que delegar en alguna ocasión en Javi, que cumplió oportunamente las expectativas.
- Erick alias 'El observador': un hombre de pocas palabras pero decisivas. Siempre estudiaba minuciosamente el terreno y sabía los pasos a seguir para llegar al supermercado o parada de metro más cercanos.
- Ingrid alias 'Tivorosky': un auténtico diamante en bruto... del infortunio. Un imán para los sucesos extraños para con sus compañeros. Pero muy buena chica.
- Jimmy alias 'El negro gracioso': ese fue el rol que le tocó jugar a un servidor. El típico personaje que muere primero en las películas, pero siempre de la mano del sentido del humor.
Con este equipo nos lanzamos a la aventura de Múnich. Empezaría el jueves a las 5:19 de la mañana. Uso el condicional porque desafortunadamente no partimos a esa hora, Tivorosky se había quedado dormida. Así que nos fuimos a casa del líder a llenar nuestros estómagos antes del viaje con un buen plato de macarrones. Dos horas después, nos encontramos todos en el andén, y Tivorosky compró nuestro indulto con unos crepes de mermelada (muy ricos, por cierto), pero que acabarían manchando el abrigo del líder...
Nuestro trayecto de ida debía durar 12 horas, tomando 5 trenes, pero acabó durando 15, pues antes de llegar a uno de los transbordos, anunciaron por megafonía que el Karma había mandado a un inútil a tirarse a las vías y que debíamos parar y coger un autobús con destino a la próxima estación. Por supuesto, este retraso supuso la pérdida del siguiente tren. Así que pasamos una hora y pico en Göttingen antes de retomar el viaje. Al llegar a la siguiente parada, Carlos se dio cuenta de que, con las prisas, se había olvidado la bolsa de comida en el anterior tren, por lo que se fue con Tara a comprar al lado de la estación. Cuando de repente, la hora de salida del siguiente convoy se adelantó más de 10 minutos. Total, que tuvieron que correr para montarse. En los siguientes trenes, destacaron el brazo amoratado de Erick por culpa del 'Macarra' (archiconocido y doloroso juego de cartas) y mi secuestro exprés de un urinario porque nos habíamos equivocado de tren... Llegaríamos a la capital de Baviera sobre las 22.30, y allí nos esperaba una tormenta eléctrica y Yanira, que consiguió con un par de llamadas descifrarnos la localización de nuestro hostal (no lo habíamos apuntado) y nos llevó de cerveceo a un pub irlandés-australiano.
De vuelta al hostal, nos esperaría 'Kasimir' (apodo asignado por el líder), un joven de tez pálida con cabellos dorados que dormía como un bebé... desnudo, quiero decir. Así que en la más absoluta oscuridad intentamos hacer nuestras camas, y descubrimos que la maleta de Carlos estaba maldita, pues siempre aparecía en el lugar menos indicado para que te destrozaras un meñique contra ella. Esa maldición nos perseguiría siempre...
A la mañana siguiente, cuando me tocó mi turno para ir al baño, topé con una situación a la que nadie desearía enfrentarse: ver tu toalla en el suelo cumpliendo la función de alfombrilla para todos los presentes. ¿Quién fue el causante? Sí... Tivorosky, quien muy amablemente compraría mi perdón de nuevo alquilándome una toalla. Esa mañana nos dirigimos al centro para realizar el free-tour con una de las guías más sosas de la historia. Comimos como señores en el Hofbräuhaus y por la tarde tuvimos tiempo de visitar el Allianz Arena y marcarnos un buen planking a las puertas del estadio. Ese mismo día, se sucedieron algunos fenómenos extraños: un yonki colgado se dirigió a mi persona con las siguientes palabras "sdavh axlkvnkg jhvshjv" y con cara de querer sacarme los intestinos por la boca; un empleado de la limpieza del Burguer le preguntaría a Ingrid repetidas veces "Haben Sie warm?" (¿Tiene calor?), en un intento un tanto patético de ligar que asustó a nuestra pobre Tivorosky; una alemana loca le diría en perfecto castellano a Javi "Hasta mañana! ¡Dame duro!"; y por último, una señora de avanzada edad fallecería en un sofá del Burguer en nuestra presencia por muerte natural (que no, morbosos... simplemente casi se parte el cuello al quedarse dormida).
El tercer día fuimos a Füssen a ver el Castillo de Neuschwanstein. Subir hasta el maldito castillo supondría dejarse media vida en el intento. Desde aquí le doy las gracias a Luis II de Baviera (que en paz descanse), que fue al que se le metió en los cojones ponerlo tan alto. No me imagino cuando sus siervos tuvieran que ir a por el pan... Pero bueno, disfrutamos de unas vistas increíbles y más tarde bajamos al lago para dar de comer a los patos y a un cisne muy estirado que se ganó nuestra enemistad. Como curiosidad, un apunte: fui a orinar a unos baños 'públicos' (previo pago de 30 céntimos) y coincidí con un grupo de ancianas españolas que, presas de sus deterioradas vejigas y del pánico, saltaban las vallas como canguros, eludiendo de esta manera el pago de los 30 céntimos... Y otra víctima, pero no de la vejiga, sino de una mala dieta, el líder, deseaba llegar a la habitación lo antes posible, pero ahí actuó Tivorosky, que decidió, sin querer, salir por otra boca del metro que nos dejó a años luz del hostal...
Por la noche cenaríamos en un chino y pasaríamos un rato en un Biergarten hablando sobre conspiraciones. De toda la conversación, me quedo con la siguiente frase, y os pongo primero en contexto: estábamos debatiendo sobre la posible sociedad secreta que señala Kennedy en su último discurso y de repente...
Tara.- Nunca sabremos quién está detrás de todo. A lo mejor soy yo el líder del mundo y me lo estoy callando como una puta...
Carlos.- Joder, pues invítate a unas cervezas.
Pues con estos personajes pasaría una de las mejores aventuras que he vivido. Gracias a Dios, o a Tivorosky que ya estaba cansada, el viaje de vuelta 'solo' duró 12 horas, que con grandes dosis de risas, fotos, bailes y cartas, se pasaron volando. Para más información o el contraste de informaciones, visitad el blog de mi querido Carlos 'el Líder'. Y a continuación, antes de despedirme, os dejo con el vídeo oficial de nuestro increíble periplo a Baviera, disfrutadlo:
¡Un bratso!