viernes, 25 de marzo de 2011

Un'altra visita a Roma y venir hecho una bola

¡Hola amigos! Esta semana he desaparecido de Bremen para honrar a la bella Roma con mi presencia durante unos días. El viaje no ha tenido desperdicio, entre los vuelos, la estancia... ¡y la comida! Nunca he comido con tanto gusto y tan barato. Hasta el punto de hacer honra a mi apodo cariñoso de Bola, pues me habré venido con un par de kilos de más...

El viaje comienza el miércoles 16. Mi vuelo salía antes de las 7 de la mañana, así que me levanté sobre las 5 y algo y me pegué una ducha antes de salir de casa. Camino del aeropuerto, iba con unas ojeras hasta los pies, y cuando cogí el tranvía, tardé dos estaciones en darme cuenta de que enfrente de mi tenía al gran Jose Carlos totalmente dormido en la ventana. Había sido noche de Tower, así que comprendí perfectamente el estado de destrucción de Joseca, a quien desperté y, después de cagarse en la BSAG (compañía de transportes de Bremen), me deseó buena suerte por tierras romanas. Un grande.

Aunque llegué 45 minutos antes del vuelo, una hora bastante prudencial para meterte entre los primeros 20 de la fila, ya había 4 millones de personas haciendo cola. Parece que alguien estuvo llamando a medio Bremen avisando de que yo ya había salido de casa para dejarme una vez más sin mi asiento en la salida de emergencia (el doble de ancho que los demás). Aspecto positivo, debía oler mal o intimidar físicamente porque nadie se sentó a mi lado, así que pude estirar las piernas en la asientos vecinos.

Llegamos a Londres, y me toca darme prisa porque en media hora embarca mi avión a Roma. Vuelvo a llegar entre los últimos de la fila... Mientras embarcamos, tengo a una joven tocapelotas con su padre detrás de mi. Todo el rato queriendo colarse y empujando mientras subía las escaleras del avión. Además, según entro, tiro mis cosas al último asiento del avión mientras coloco mi maleta. Pues con sus ovarios, esta muchacha se sienta encima de mis cosas hasta que amablemente tuve que mandarla a tomar por culo, y el padre me regala un bonito empujón cuando nos cruzamos en el pasillo del avión y me iba a sentar. Durante el vuelo, las mayores turbulencias que he vivido en un avión, sin embargo, una chica que se sentó a mi lado se quedó sopa desde el despegue, con la boca bien abierta por supuesto. Las turbulencias eran cada vez más preocupantes hasta el punto que se me pasaron por la cabeza las 6 temporadas de Lost. Además, desde mi posición, podía ver la majestuosa coreografía de todas las cabezas del avión moviéndose al unísono... menos la de mi compañera de viaje. Por un momento llegué a pensar que con alguna turbulencia se habría roto el cuello y que realmente estaba muerta. Me daba tanta penica que arriesgué mi propia vejiga durante las dos horas y algo de vuelo para no despertar a la muchacha.

Llego a Roma. Por lo visto Noeh pasó por allí días antes para avisar sobre el diluvio universal y no nos enteramos. Caían chuzos de punta. Y los días siguiente fueron muy raros. Hasta el punto de pasarnos una tarde increíble al lado del Coliseum de picnic en manga corta y tener que sacar los paraguas horas más tarde porque caían 10000 litros de agua por metro cuadrado... Al día siguiente llegaría Soraya y se toparía con la misma chupa de agua, o más...

Por cierto, ¡mi viaje a Roma coincidió con el 150 aniversario de la unificación italiana! Ahí dejo el dato. ¡Y ahí también os dejo una caricatura que me hizo un adorable anciano en Piazza Navona! Bueno... ¿y qué tal la comida? Pues, un no parar. A todas horas del día. Y todo increíblemente bueno: pizzas, pasta, helados, croquetas rellenas, tiramisú, más helados, más pasta, más tiramisú... y una pizza vegetal. Totalmente recomendables 2 restaurantes: el Carlomenta (en Trastevere) y el Momo (en el culo del mundo), éste último con 2 cartas, una para ricos y otra para pobres. 

Y de fiesta por Roma... solo decir que la Kaipiroska está bárbara y que ciertos italianos nos amargaron una de las noches echándonos de mala manera de su garito. ¿Por mi culpa? Quizás. Me explico. Al entrar, pedí un ron-naranja, y me quería cobrar 7 euros, mientras a los erasmus les cobra 5. Tras intentar razonar y regatear, me rendí y me fui de manos vacías. Cinco minutos después, un coleguita del erasmus de Sandra se acercó a pedirse su bebida y la mía. Pero tras la amenaza del camarero ("si veo a tu amigo con el ron, os echo a todos"), desistió. Así que volví yo 5 minutos después: "vale, ponme el ron y cóbrame". Le di 10 euros y me devolvió 2. "¿Pero no eran 7 euros?", "No, ahora son 8", "¿8 euros? Pues no lo quiero" (y me devolvió mi dinero). Diez minutos después, otra coleguita de Sandra se acercó a pedirme algo, tuvo éxito. Y tras 5 o 10 minutos, yo con mi copa en la mano, decidieron echarnos del local de malas maneras... Cosas que pasan.

No puedo olvidar nuestra visita al pueblecito Orvietto. Que está directamente relacionado con Vera (amigo-erasmus de Sandra), que fue por 8ª vez ya y quizás en su próxima visita aproveche para empadronarse allí. La catedral de este pequeño pueblo es realmente grande, así como un pozo que destrozó nuestras rodillas después de estar durante un buen rato bajando escaleras en círculos... para luego tener que subirlas. Era gracioso ver cómo la gente salía de ahí totalmente extasiada. Incluso unos italianos me hicieron tomarles una foto a la salida...

Por cierto, ¿quién dice que los chinos dominarán el mundo? ¡Los italianos lo dominarán! Son gente preparada, gente que sale a la calle con todo atado con cabos, no se les escapa nada a la improvisación... ¿Por qué digo esto? Íbamos en el bus, y Sandra se estaba mordiendo una uña. A los 3 segundos, el anciano que tenía sentado en frente ¡sacó un corta-uñas y se lo ofreció! ¿quién sale con un corta-uñas a la calle? Un italiano... 

La última noche romana hizo que llegáramos a casa bastante tarde y eso, unido a que teníamos que salir de casa a las 5 de la mañana, hizo que solo pudiéramos dormir una hora. Así que el viaje de vuelta lo hice como un completo zombie. Estaba tan cansado que pude dormir en un avión Ryanair la friolera de ¡20 minutos seguidos! Por cierto, antes de terminar, he de comentaros que si a la ida me topé con un famoso (Jose Carlos, famoso en el erasmus-Bremen... XD), a la vuelta me toparía con otro: Marius Stankevicius (defensa del Valencia), quien estaba en el aeropuerto de Bergamo con toda su familia e hizo que sacara mi alma de periodista y le hiciera una foto destrangis, como ya hiciera hace tiempo con el yonki de Pitis en el metro de Madrid...

Volved pronto, amigos. En próximos capítulos os deleitaré con las más absolutas estupideces y anécdotas extrañas que solo pueden pasarme a mi en esta pequeña ciudad alemana...

¡Un bratso!
  

3 comentarios:

  1. cuídate un poquito annnnnnda q en dos semanas estamos por alli :)

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  2. Yo que tú, la próxima vez que me pusiera para que me hiciera una caricatura estaría pendiente de donde mira el dibujante... Ya que hay una C sospechosa en un lugar inoportuno...
    Lo mismo le serviste para *fap* *fap* *fap*

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  3. ná, esa 'C' me la puse yo...
    que nooo jajajaj el hombre tenía un serio problema con las 'C' porque también se la dibujó a 3 inocentes niños que no pasaban de los 8 años a los que caricaturizó antes que a mi...

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