jueves, 23 de junio de 2011

Un Hurricane Festival bestial para acentuar mi morriña

¡Hola amigos! Este finde he vivido una de las mejores experiencias de mi vida, que cambiaría por muy pocas cosas... ¡El Hurricane Festival! Menudo cartel: Foo Fighters, Arctic Monkeys, Kasabian, The Hives, Band of Horses, My Chemical Romance, Sum 41, The Chemichal Brothers... y un sinfín más... Lo dicho, aún tengo los ojos como platos y la sonrisa de un bebé. También he de apuntar que este fin de semana, he tenido nuevas experiencias con nuestro gran amigo el Karma, de nuevo...

El Karma... el Karma algunas veces se porta bien, como cuando pude desalojar en unos baños recién limpiados (lo vi con mis propios ojos), y a veces se porta mal, como cuando tuve que ver Chicago en un retrete donde previamente debió hacer de vientre un ciego epiléptico de pie sobre el váter y bailando la Macarena al mismo tiempo. Aunque, antes de continuar, quiero puntualizar algo, el término Karma a partir de ahora pasará a llamarse Tivorosky, con todo el cariño del mundo, eso sí. Y cada putada del Karma se llamará tivoroskada. Son dos términos que vamos a acuñar desde hoy, después de haber tenido la oportunidad de debatirlo con mi gran grupo de científicos expertos de la universidad prestigiosa de Bremen.

Para empezar el viaje, una tivoroskada. De María. La clásica: "me he quedado dormida y no llego al tren, cogemos el siguiente". Tivososkada muy común. Al coger el tren de las 10,30 ya no eran 35 minutos los que tardábamos en llegar a Scheeßel, sino una hora, y cogiendo un par de trenes, cargados de maletas, sacos, tiendas y comida hasta las orejas. Pero bueno, al llegar allí decidimos tomar el camino pijo y coger un taxi hasta el camping... que nos tuvo que dejar a un buen trecho del mismo porque la gran aglomeración de gente ya no dejaba pasar. Total, que descargamos las cosas de nuevo. Y tras andar unas decenas de metros, un grupo de alemanes nos ofrece compartir otro taxi... ¡conducido por un niño! ¿Y eso cómo puede ser? Pues porque había una mafia de taxistas-junior montados en karts a pedales que tiraban de carros donde podías subir todo tu equipaje por 5 euros. Bendita explotación infantil consentida. Seguro que cotizaban a la seguridad social y tenían hasta sindicato.

Llegamos al camping y los demás nos tenían reservado un par de sitios para las tiendas de campaña. A montar la tienda y camino hacia el pueblo a comprar cervezas. El viernes hizo un día maravilloso. Así que pudimos disfrutar de los conciertos de Glasvegas, Jimmy eat world, Portishead, Arcade Fire y The Chemical Brothers. Por la noche, quedaba aún mucha más música por escuchar en una carpa al lado del camping. Así que noche de fiesta non-stop con Bea la fiestera, lo que supuso que aquella 'noche' durmiera un par de horas. El sábado, muerto, pero había que darlo todo. Así que me dirigí a las duchas para recibir la segunda tivoroskada del viaje: alguien me robó la camiseta en las duchas, una maldita camiseta blanca de 2 euros y llena de mierda. Ruines... Además, tras ducharme, colgué la toalla en el techo de los vecinos y comenzó a llover como si no hubiera mañana. Resultado: toalla mojada el resto del finde (podéis verme escurriendo la toalla). Ese sábado escuché los directos de The Sounds, Two Door Cinema, Kasabian (me encantó) y Kaiser Chiefs (me decepcionó). Por la noche, un poquito de carpa y a descansar pronto.

Llega el domingo, y con él 2 tivoroskadas más. La primera, comenzó de buena mañana el diluvio universal, que junto al fuerte viento que soplaba, hacía pensar lo peor... Pero aún así, fuimos a prepararnos para las últimas citas del festival. Por la tarde, nos acercamos Carlos y yo a las duchas, pero al final no pudimos vernos las pichas. ¿Warum? Porque se les ocurrió que era un buen momento para limpiar las duchas, segunda tivoroskada. Yo llevaba un pantalón corto de fútbol y una camiseta de manga corta y nos estaba cayendo encima un diluvio y un frío del horror. Como diría mi madre: "¡Para haber cogido una pulmonía! De verdad, hijo... ¡es que no piensas!" Tras esperar 15 minutos de rigor, nos dijeron que había que esperar otros 10... pero ya estábamos más que duchados del agua que nos cayó encima, así que en la tienda un 'lavado de gato' y para afuera.

Esa lluviosa tarde de conciertos comenzó con un increíble directo de Band of Horses con una gran previa, y me explico. A la izquierda del escenario estaban los servicios. El cámara esa tarde se había tragado un payaso y empezó a enfocar a los tíos que meaban en los urinarios al aire libre. Eso despertó las risas del público. Hasta que enfocó a uno, que parecía tener la vejiga más grande que un camión. Tras unos minutos volvió a enfocarle y ahí seguía, meando... hasta que terminó y se dio la vuelta. Ahí fue cuando todo el público nos crecimos y empezamos a aplaudir y jalearlo. Su cara de poker hasta que se vio en las pantallas no tuvo precio...

Después de Band of Horses, tocaba pasar el resto del día en el escenario verde: Flogging Molly, The Hives, Arctic Monkeys y los putos amos: Foo Fighters. Fueron varias horas de orgasmo ininterrumpido, gritos, saltos, baile del pogo... ¡brutal! Cuando Foo Fighters cerró el Hurricane con Everlong fue una bofetada en la cara, despertar de un sueño del que no quería levantarme jamás. Aunque hubo tiempo para una última tivoroskada, porque cuando todo acabó, tenía la boca más seca que la toalla de un hippie, así que pedí un vaso de agua... ¡con gas! ¡Puajjj! Dos eurazos, ¡toma moreno! Y ahora tirando para la tienda de campaña a soñar con el festival del año que viene (obviamente, me apunto)...


El lunes por la mañana, nos levantamos Carlos y yo a eso de las 8 de la mañana, y tras llenar 2 bolsas de basura hasta los topes (daban 5 euros por bolsa, solo una por persona) nos dirigimos con todo nuestro chotuno hacia el tren, donde esperaban decenas y decenas de personas. Pero tuvimos suerte de que una de las puertas se abriera en nuestras narices y cogimos hasta sitio. De vuelta a casa, charla-resumen del Hurricane, deseos de volver el próximo año y bagaje de daños y pérdidas, por mi parte las zapatillas (no le digáis a mi madre que aún no las he limpiado).

Hasta aquí ha dado de sí mi espectacular finde en el Hurricane Festival que, por supuesto, es mucho más alucinante vivido en directo. Jamás lo olvidaré, ni con la gente que he podido compartirlo. A partir de hoy, semana de despedidas, entre ellas la mía. Así que alguna lagrimita que otra y cervezas, muchas cervezas por favor...

¡Un bratso!
   

1 comentario:

  1. me ha encantado la frase de mamá!! típica y con su vocecilla jajajajaaj
    las zapatillas no hace falta ni q las limpies... tíralas hijo!!

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