miércoles, 15 de diciembre de 2010

Alicatando iglús en Estocolmo y una fiesta del bigote

Antes de nada, quiero aprovechar esta nueva entrada para oficializar mi fichaje por el 'Barder Bremen', un club poderoso del barrio de Arganzuela que ha apostado muy fuerte por mis servicios (el salario consta de una birra y una bolsa de pipas si lo hago bien). Me siento muy orgulloso de pasar a formar parte de las filas de tan laureado club y vestirme su zamarra durante dos partidos en los que me dejaré la piel. Adjunto noticia.

Tras esta buena noticia, paso a narraros un poco la experiencia vivida en Estocolmo. Sigo vivo. Bremen me ha hecho tan fuerte que ya soy capaz de aguantar todo el frío que se me ponga por delante e incluso coches bomba.

El jueves fue un día gracioso. Para empezar, cayó una nevada de pelotas durante la noche del miércoles. Por la mañana, tras hacer una presentación en la universidad, me fui directo al aeropuerto. Allí se retrasó nuestro avión algo así como una hora... Llegamos a Estocolmo, perdón, al aeropuerto de Skavsta, que en sueco significa "Aquí perdió Cristo el mechero, sí, justo aquí". Tras hacer el pertinente cambio de monedas nos dirigimos al autobús que nos llevaría a la capital. Una vez dentro, me coroné como el más hábil de la expedición puesto que corrí hacia los últimos asientos del autocar y me permití el lujo de echarme una siesta de una hora y media. Este hecho no me hizo obviar un dato curioso del trayecto hacia Estocolmo: el conductor cogió el micrófono y, con menos voz que Camacho después de ganar el Mundial, comenzó a contarnos su vida. Por el tono de sus palabras pensamos que se estaba muriendo y que quería compartir con nosotros su último aliento, pero el hombre duró como un jabato la hora y media de viaje. Eso sí, cuando llegamos a la capital volvió a agarrar el micrófono para darnos la chapa...

Pues ya estamos en Estocolmo, ¿y ahora qué? Para el hotel, digo hostal, digo albergue... Sólo diré que nos costó algo así como 10 minutos averiguar cómo coger las llaves de nuestras habitaciones (la recepción cerró a las 7 de la tarde) y unos 15 o 20 minutos encontrar las habitaciones... Por experiencia propia, uno se llega a sentir muerto cuando se pierde por esos pasillos. El primer o el segundo día perdí a mi grupo de habitación y me costó más de un cuarto de hora y cientos de llamadas perdidas encontrarlos. Se pasa miedo, vagué llorando desconsolado como una niñita hasta llegar al salón común, donde se encontraba la tropa. Puedo dar fe de que es muy probable que haya muerto mucha gente por esos pasillos del infierno plagados de puertas que llevan a terceras fases... Una movida.

Por otro lado, la ciudad es increíble. Edificios bonitos y como nuevos por todos lados, nieve como para cubrir a Falete, mercadillos navideños, suecas... Suecas, suecas, ¿suecas? ¿Dónde están las suecas? Parece que las típicas rubias altas despampanantes recibieron un aviso de Ryanair de nuestra estancia en Estocolmo y se escondieron. Bueno, quizás fue eso o que cambié de desodorante, nunca lo sabremos amigos. ¡Ah! Algo realmente extraño que vi en Estocolmo: paseando por la ciudad, de repente nos encotramos con una televisión y un video en medio de la calle, con sillas para que la gente se sentara y se dejara lavar el cerebor por no se qué asociación o lo que fuera. Adjunto foto de un idiota congelándose el culo sentado a -5º en una silla delante de un televisor en medio de la calle.

A la vuelta, lo más gracioso que me pasó fue que una vieja se nos coló durante la subida al avión aprovechando un momento de confusión en el que nos tirábamos una foto, y que me hice un book de fotos con Andrew mientras babeaba soñando con las suecas que no vio en Estocolmo. Sin olvidar el super sandwich mil sabores de Carlos y los innumerables sobresaltos cada vez que veíamos a alguna persona de origen árabe en el aeropuerto (por eso del atentado en Estocolmo).

Por cierto, no podemos pasar por alto una hecho meteórico ocurrido hace una semana. Probé la tortilla más gorda jamás vista, y además estaba buena. Si no fuéramos tan avariciosos, creo que podríamos haber alimentado a más de medio barrio... pero siendo mi primera tortilla española del Erasmus, por mi cacho de tortilla MA-TO. Adjunto foto del chef mostrando su tortilla transgénica. Enhorabuena Pablo.


Más cositas, ayer mismo tuvimos la fiesta del bigote, concretamente se llamaba "Bi Gote, my friend". Para los que estén más lentos de reflejos adjunto este video que os ayudará sin duda a coger la coña al vuelo. Si no la habéis cogido aún, dejad de intentarlo y no me lo digáis jamás, gracias. Pues fue una fiesta grandiosa, que me ha hecho dormir casi un par de horas antes de ir a la universidad, y para colmo en mi tiempo de siesta aquí me encuentro escribiendo chorradas en este estúpido blog (te lo dedico Óscar, gracias por tu apoyo incondicional).

Para terminar por hoy, mamá sé que estás leyendo esto, así que quiero cebarme de comida estas Navidades. Necesito comer bien, por fin, durante un par de semanas. ¡Quiero engordar y engordar hasta que mi cuerpo me permita hacer el 'Súper Baile'!

Nada más amigos, que tengo mono de Madrid, mono de coche, mono de familia y mono de colegas...

¡Un bratso!
  

3 comentarios:

  1. creo que lo que más me preocupa de todo es el mono de coche que tienes...¬¬'

    en 2 días te cebas a comer, no sufras!!:)

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  2. Jajajajajaja Pobre hombre el conductor del autobús... encima de que os da conversación.. XD

    Ehhh jajajajaj en TODAS las entradas tiene que haber algún tipo de descalificativo contra Falete?! jajajajaj Me encanta!

    En cuanto a lo de Bi Gote... Me has matado (Literal) De hecho, voy a atormentarte el resto de tu vida por esa gracia.

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  3. je,je,je, .. tu tranquilo que comeras y comeras hasta reventar, pero bien vale antes un corte de pelo y patillas...¿hace?.. besitos. Te espero en el aeropuerto el viernes.. avisame donde. mma

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